«Mientras haya una persona portando una navaja con ganas de matar, nadie se lo va impedir». Pese a la resignada conclusión del secretario de la Federación del Taxi de la Región, Pepe Corbalán, los taxistas no van a cejar en el empeño de aumentar la precaria seguridad de su oficio.
Ayer se concentraron frente a la Delegación del Gobierno en solidaridad con el taxista acuchillado en el cuello el pasado jueves en Molina de Segura y para pedir al responsable al responsable de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en la Región medidas que palien «la situación de inseguridad» que, según denunció el presidente de la Federación, Álvaro Verdú, sufre el sector.
Entre sus reclamaciones, los taxistas pidieron poder instalar cámaras en sus vehículos. En otras provincias, como Valencia, ya hay taxis equipados con sistemas de vídeo vigilancia.
La Delegación, por su parte, se comprometió a «prestar colaboración jurídica» al colectivo y estudiar un futuro proyecto de instalación de cámaras para que no infrinja la Ley de Protección de Datos.
También propusieron a la Delegación que la Policía realice inspecciones para identificar a los pasajeros «que crean oportunos» en lugares conflictivos y en horas intempestivas. Su objetivo es, al menos, «intentar disuadir» a los delincuentes.