Miércoles, 18 de noviembre de 2009
PROTECCIÓN BUQUES
LAS CUENTAS PENDIENTES DEL ALAKRANA
Una vez liberados los marineros del Alakrana, pagado el rescate a sus secuestradores y puestos a salvo tanto víctimas como delincuentes, es la hora de ajustar cuentas en torno a este asunto que jamás debió haberse producido.
En primer lugar, y aparte de los piratas, hay que señalar como única responsable de este despropósito a la empresa a la que pertenece el Alakrana, Echebastar Fleet, quien en un momento dado, ordenó a su barco faenar fuera de la zona de seguridad que vigila la operación Atalanta.
En segundo lugar, la capacidad de nuestras fuerzas armadas ha quedado en entredicho, ya que la presencia de una o dos fragatas de forma simultánea en las inmediaciones del barco secuestrado no fue suficiente motivo como para que los secuestradores desistieran de su actitud, o incluso, fueran detenidos o abatidos.
En tercer lugar, el pago del rescate y posterior huida impune de los delincuentes (algo que hubiera sido imposible de imaginar en el secuestro de una entidad bancaria, por ejemplo) refuerzan sobremanera el negocio de la piratería en el Índico, así como el de la seguridad privada para la protección de las embarcaciones. En este sentido, todos contentos, ya que el neoliberalismo imperante establece la máxima de “gana dinero, sin que te importe cómo”. Podría ser cuestión de tiempo que los servicios de empleo españoles comiencen a ofrecer cursos de formación para aportar personal a alguna de estas nuevas actividades económicas.
En cuarto lugar, es preciso aclarar las razones que llevan al Estado español a financiar la mitad del coste de los mercenarios que desde ahora protegen a los pesqueros españoles en las aguas del océano Índico ¿Cofinanciará también a los agentes de seguridad privada que custodian las entidades bancarias en España, sujetas igualmente a un gran riesgo de atraco y secuestro? ¿Acaso los armadores carecen de los recursos necesarios para proteger a sus empleados y a sus embarcaciones? Parece que nos encontramos ante un nuevo espectáculo de fuegos artificiales alimentados con pólvora, no de rey, sino del pueblo soberano.
Y por último, es preciso saber qué pabellón ondeaba en el Alakrana durante su singladura por las aguas del Índico. Si finalmente se demuestra que el barco enarbolaba la bandera del País Vasco y no la de España, estaríamos ante una embarcación apátrida y pirata, por cuyo rescate sería cuestionable que el Gobierno español hubiera dedicado esfuerzos humanos y recursos materiales.
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