Chalé individual con 3.500 m2 de parcela, 700 m2 construidos, 7 dormitorios, 5 baños, vistas al mar, orientación sur, jardines privados con piscina, en una zona privilegiada del Limonar... Este anuncio de Pisos.com podría resumir la casa de los sueños de cualquiera, aunque sólo unos pocos privilegiados logran convertirlo en realidad. Sin embargo, no todo es color de rosa en el mundo de las casas de lujo.
Como publica hoy mismo este periódico, esta semana se ha producido un nuevo asalto a una vivienda con sus propietarios en el interior. En el último año, han trascendido una docena de robos de este tipo en la provincia, mientras que las fuerzas de seguridad han desarticulado media decena de bandas especializadas en este tipo de delito en los que los ladrones se han vuelto más violentos. Ya no les preocupa si el domicilio está vacío. Inactivan los sistemas de alarma y se cuelan en los inmuebles como verdaderos expertos. La policía llama soñarreros o murcigleros a los delincuentes que aprovechan que los dueños duermen para acceder. Aunque los hay que no temen actuar a plena luz.
Y saben adónde deben ir. Urbanizaciones como El Candado, Pinares de San Antón, Monte Clavero, Limonar o Cerrado de Calderón o Guadalmar en la capital, o las de Marbella, San Pedro de Alcántara, Mijas o Nerja en la costa están entre sus favoritas. Acuden llamados por el alto nivel adquisitivo de sus vecinos.
Vivir en una de estas casas, sobre todo cuando ya se ha sufrido un robo, puede convertirse en una pesadilla. Así lo indica Mari Carmen, que hace seis años sufrió dos asaltos en menos de quince días en su casa de El Candado. Prefiere permanecer en el anonimato por miedo a que cualquier pista pueda servir a futuros ladrones. «La primera vez, volvíamos del cine con mi hijo menor de edad y al llegar a vimos que habían destrozado el sistema de alarma», recuerda. Al abrir la puerta, vieron al fondo la luz del dormitorio principal encendida y a unos desconocidos en el interior. Los cacos huyeron por la ventana pero les dio tiempo de llevarse todo lo que guardaban en la caja fuerte: unos 6.000 euros en efectivo y joyas con un gran valor sentimental.
Lo que no imaginaban es que dos semanas más tarde otra banda volvería a elegir su casa. Esta vez, estaban vigilando a la familia. Esperaron a que se fueran el marido y la empleada de la limpieza. Mari Carmen se quedó sola en casa con su madre. Escuchó un ruido extraño en la cocina, se temió lo peor. Se dirigió hacia allí y vio que un hombre habían desmontado la ventana de seguridad y tenía medio cuerpo dentro de la vivienda. Aterrorizada, gritó a su madre que saliese al jardín por la puerta de atrás y ella se dirigió a la delantera. Pero en la puerta le esperaba uno de los ladrones con un cuchillo en la mano que no dudó en arrojárselo al cuello, aunque, por suerte, pudo esquivarlo. Los ladrones desistieron y se fueron corriendo, pero encontrarse frente a frente con su asaltante y que le atacase han dejado una huella en Mari Carmen. «Te roban la paz en tu propia casa, tu tranquilidad», indica.
Sensación de inseguridad
Desde entonces, su familia han blindado su chalé para recuperar la normalidad, aunque no lo han conseguido del todo. Antes de los robos, tenían sólo una alarma en el interior de la casa conectada por cable al teléfono y la luz. Ahora, además de una alarma en la vivienda vía satélite, han colocado una alarma perimetral por infrarrojos. Tienen videovigilancia dentro y fuera del inmueble, no salen al jardín sin su botón de pánico y han llegado a instalar dos líneas de rollos de concertinas o alambres de cuchillas en espiral. Tenían cristales de seguridad antibalas; ahora, además, han llenado de rejas las ventanas. Las persianas, están conectadas también para cerrar la casa por completo a distancia. Incluso se plantearon instalar una habitación del pánico o electrificar el muro. «Me siento prisionera en mi hogar», dice.
Pero Mari Carmen no es la única. En toda la costa, otras familias han sufrido robos similares. «Una conocida de Pinares de San Antón incluso tuvo un tiroteo en su propia casa», dice. En muchas urbanizaciones privadas, los vecinos se han unido para poner más vigilancia en sus calles. «En El Candado, hemos contratado a dos vigilantes durante 24 horas, que patrullan por la zona y van con perros entrenados para atacar a los ladrones si es necesario», explica. Y esa seguridad extra supone un coste muy elevado. Para los vecinos de El Candado, cuya asociación preside Mari Carmen, se ven obligados a estas medidas debido a la escasez de vigilancia policial.
«Aquí nunca vemos a ninguna patrulla de la Policía Local o Nacional, sólo vienen cuando ya es demasiado tarde y ha pasado algo grave; no existe un trabajo de prevención», señala.
Federico Sánchez, presidente de la Asociación Malagueña de Empresas de Seguridad Privada indica que, a pesar de la crisis económica, se está produciendo una mayor demanda de sistemas de seguridad. «No sólo estamos atendiendo más altas nuevas, sino que la sensación de miedo, debido al aumento de robos, ha hecho que clientes que ya tenían alguna alarma contratada han instalado medidas adicionales», indica. También han notado ese aumento de negocio en Securitas. «Antes nos contrataban por prevención, pero ahora es una cuestión de seguridad», dice Manuel García, responsable de esta empresa. Securitas realiza más de 400 nuevas conexiones cada mes y tiene en la provincia 24.000 clientes. Muchas familias, explica, han tenido que irse de sus viviendas después de un robo.
Sistemas activos y pasivos
Juan Manuel Silva de la empresa de seguridad especializada en casas de lujo Franjus, explica que, a la hora de instalar un sistema de seguridad, es necesario combinar mecanismos pasivos -alarmas, ventanas blindadas o videovigilancia- con otros activos -seguimiento desde una central de alarma, vigilantes de seguridad en la urbanización, aviso a las fuerzas de seguridad. La instalación de uno de estos sistemas cuesta a partir de 500 euros, y su mantenimiento, desde 26 euros al mes. En el caso de Franjus algún cliente ha llegado a contratar a un vigilante sólo para su casa.
FUENTE