Que el complejo policial de Zapadores se cae a pedazos es algo ya de sobra conocido en Valencia, pero los policías antidisturbios pretenden que toda España se entere mañana de las pésimas condiciones en las que trabajan. Para ello han elegido el partido que enfrentará al Valencia Club de Fútbol y Real Madrid, declarado de alto riesgo por la Comisión Estatal contra la Violencia, para realizar una huelga de celo.
«La intención no es otra que hacer públicas nuestras reivindicaciones en el mejor escaparate posible, un partido que atrae la atención de millones de personas, y cumpliendo estrictamente las órdenes que recibimos en estos operativos de seguridad», asevera Salvador Naharro, secretario general de la Confederación Española de Policía (CEP) en la Comunitat Valenciana.
Los controles en las inmediaciones, accesos y el propio estadio serán más exhaustivos de lo normal, según Naharro, pero siempre ajustados a la normativa que regula la actuación policial en los espectáculos públicos.
«Al ser un partido de alto riesgo, la policía tiene la obligación de aumentar la vigilancia, y cachear a los sospechosos de portar armas y objetos que no se pueden entrar en el estadio», explica el dirigente sindical. «Se trata de hacer nuestro trabajo con esmero, y nadie nos puede recriminar nada por hacer las cosas bien», sostiene Naharro.
Pero detrás de este repentino brote de profesionalidad se esconde una reivindicación histórica de los sindicatos policiales: la rehabilitación del vetusto complejo de Zapadores. La gota que ha colmado el vaso ha sido la creación del quinto grupo de la Unidad de Intervención Policial (UIP), la misma que llevará a cabo el operativo de seguridad en el partido de alto riesgo.
Un complejo vetusto
Unos 50 agentes más llegarán en enero a las instalaciones de Zapadores, donde se encuentran los vestuarios y oficinas de cerca de 200 policías de la UIP, una unidad especializada en disturbios y asaltos a viviendas de delincuentes.
«Las condiciones son insalubres, los edificios se caen a trozos y encima destinan a 50 policías más», se queja Naharro. «Las taquillas tendrán que ponerlas en los pasillos porque no caben todas en una habitación», añade el secretario general de CEP, un sindicato con 25.000 afiliados.
Ante la situación de hacinamiento que se avecina, los agentes de la Policía Nacional tienen previsto realizar la huelga de celo como medida de presión para conseguir unas instalaciones y condiciones de trabajo dignas.
El aumento de los controles y cacheos preventivos podría retrasar la entrada de aficionados al estadio, un supuesto que intentarán evitar los mandos responsables del operativo de seguridad.
«Si lo que pretenden con esta protesta laboral es realizar el trabajo con suma lentitud para demorar el servicio, lo van a tener muy difícil porque siempre hay una escala de mandos que supervisan el operativo», afirma un inspector de la Policía Nacional.
Cacheos en la entrada
Los registros superficiales se realizan normalmente dentro del estadio una vez que los aficionados pasan la línea de tornos que controlan las entradas. Los vigilantes de seguridad contratados por el Valencia y los voluntarios, con sus petos identificativos, cachean a todas aquellas personas sospechosas de ocultar entre sus ropas objetos contundentes.
También requisan los tapones de botellas de agua, comprueban si el papel de aluminio envuelve un bocadillo y revisan el contenido de algunas bolsas. Una rutina que se repite cada domingo en todos los estadios.
Pero en los partidos de alto riesgo, estos controles preventivos son más exhaustivos si cabe. La vigilancia privada se refuerza con un mayor número de agentes de la Policía Nacional. Varios días antes del encuentro, los responsables del operativo se reúnen y cambian impresiones para cuidar hasta el último detalle.
De la planificación del dispositivo policial depende en gran parte que no se produzcan incidentes en un acontecimiento seguido por millones de personas a través de la televisión, radio o internet. Precisamente, por ese motivo, el sindicato policial escogió este partido para realizar la huelga de celo.
«La rehabilitación del complejo de Zapadores tenía que haber empezado este año según un acuerdo alcanzado por la vicepresidenta del Gobierno y las organizaciones sindicales de la Policía Nacional», sostiene Naharro. Sin embargo, las obras están previsto que comiencen «dentro de dos años», afirma el secretario general de CEP. «Quizás las cosas cambien después de la protesta», conjetura.