Sección Sindical CC.OO. Dialse Seguridad
  09.09.Madrid:Policía blinda bajos Azca
 





                                                                                     


MADRID
LA POLICÍA BLINDA LOS BAJOS DE AZCA
Blindada por los cuatro costados. Así permaneció toda la madrugada de ayer Azca, el complejo de ocio situado en los bajos de la calle de Orense, en el ojo de huracán nueve días después del asesinato del menor dominicano Isaac Natanael, uno de los supuestos líderes de Dominican Don´t Play (DDP), a manos de miembros de la banda rival de los Trinitarios.

Más de un centenar de agentes -de paisano, centauros, antidisturbios de la Unidad de Intervención Policial (UIP) y las Centrales de Seguridad (UCS) de sus homólogos municipales-, poblaban los bajos y la superficie de Orense, donde tenían desplegados los furgones y los coches patrulla, que no cesaron de circular, sobrepasada ya la una. Todo ello provocó que no se registrasen altercados entre grupos rivales. El dispositivo policial preventivo practicó numerosas identificaciones y algunas detenciones, sobre todo, por vulnerar la ley de extranjería y tener reclamaciones judiciales pendientes.

Desde Raimundo Fernández Villaverde, grupos pequeños de suramericanos salían por la boca del Metro de Nuevos Ministerios -la de Orense está cerrada por obras-, y se dirigían hacia las discotecas y bares de música latina de Azca. La mayoría se veía sorprendida por el insólito paisaje. «Qué poca gente. Esto no tiene nada que ver con un viernes normal», se decían entre ellos. Muchos de los habituales habían decidido poner pies en polvorosa quizá, en prevención de incidentes, a raíz del crimen del rapero, cuyos allegados colocaron un improvisado altar con velas, flores y su foto, en el lugar en el que resultó tiroteado.

Los bajos de Azca, un laberinto repleto de escaleras de subida y bajada, pasillos y recovecos por todas partes, parecían despoblados del paisanaje habitual, y repleto de agentes de toda índole, hasta el parque de Pablo Ruiz Picasso, en donde solían concentrarse los «ñetas». Algún pequeño grupo en los rincones más alejados del laberinto, bolsas de plástico en mano, hacía «botellón» antes de entrar en los establecimientos.

Dentro de las salas, el ambiente, al margen de la escasez de público, era relajado. «Es temprano aún», decía un camarero dominicano a las dos. Mientras, al ritmo de bachata, ballenato, reguetón y salsa, bailaban algunas parejas. Ellas respondían a dos «looks»: o iban embutidas en vestidos escotadísimos, las de más edad, o mostraban piernas, las más jóvenes. El aspecto de ellos era más variado: de camisetas negras, gafas de espejo, trencitas en el pelo y vaqueros ajustados, con rosarios y otros colgantes, a ropa más ancha o, como la mayoría, polo o camisa y jeans.

«Nos han dado la noche»
La presencia policial iba «in crescendo» en el exterior de las discotecas, a medida que avanzaba el reloj, lo que retraía a los asiduos y mantenía expectantes a los responsables de los locales. «Nos han dado la noche. No va a venir nadie más», decía uno al filo de las tres. Los agentes se dedicaban a pedir la documentación y llegaron a entrar en algunos bares. En uno de ellos, frente a la comisaría, lo hicieron tras oír ruido de cristales rotos y gente salir corriendo. «Es una pelea», dijo alguien. Entraron los antidisturbios y se llevaron a un detenido, quien pedía explicaciones. «Porque tienes una reclamación judicial», le espetaron.

«¿Cuántos años tienes?», preguntaban a un chaval con aspecto de no tener ni 17, unos metros más allá.

«¿Diecinueve? A ver, DNI», le exigían en un bar mientras él se alejaba con sus amigos. Eran las cuatro y apenas quedaban tres salas abiertas.

El portero del local, al que acudió antes de morir Isaac, mostraba su disgusto. «Esto no es ni Los Ángeles ni Nueva York. Aquí no hay ni más ni menos que lo que hay en la ciudad. Sí, ha habido un crimen, como en otros lugares, pero en la calle». La cuestión, a su juicio, «es la zona y quienes lo frecuentan, los latinos». Los vecinos son de otra opinión.

«Esto está cada vez más degradado. Si las autoridades no hacen nada este no será el último crimen», decía uno. «El problema comienza cuando cierran los establecimientos y salen borrachos y rompen papeleras y cristales. No saben beber. Otros, mientras esperan a que abra el Metro, se pelean: los peruanos con los ecuatorianos, estos con los dominicanos.... Ahora hay más policía, pero cuando se marchen, ya veremos», indicaba otro.
FUENTE




 
  Hoy 64 visitantes (143 clics a subpáginas) contador de visitas
contador de visitas
 
 
Este sitio web fue creado de forma gratuita con PaginaWebGratis.es. ¿Quieres también tu sitio web propio?
Registrarse gratis