La marca de un martillazo en el mostrador, que a punto estuvo de arrancarlo de cuajo, evidenciaba aún ayer la violencia con que se desarrolló el atraco. Un único individuo, armado con un martillo, llegó en una furgoneta a la gasolinera de Repsol, alrededor de las ocho y media de la tarde-noche del jueves. Después se supo que ese vehículo, con rótulos, propiedad de una empresa, había sido robado en Ortuella para perpetrar el golpe.
El atracador entró en la tienda de la estación de servicio y amenazó con la herramienta al encargado, que se encontraba solo, exigiéndole el dinero de la caja. El intruso empujó al trabajador y se apoderó del dinero, unos 300 euros en total, según indicaron fuentes de la investigación. La cantidad le pareció escasa y pidió más. La víctima trató de explicarle que no había más dinero en el local, pero el ladrón se violentó y empezó a rebuscar en varios cajones, sin encontrar ni un solo euro. Entonces, decidió huir con el botín que había conseguido. El empleado del surtidor, que trabajaba en el turno de noche, aún no se ha recuperado del susto.
La furgoneta empleada en el robo fue localizada horas más tarde por la Policía Municipal de Bilbao, abandonada en el barrio de Zorroza. En ese mismo surtidor se produjo recientemente otro atraco, en el que los asaltantes reventaron los cristales. En la de enfrente han sufrido dos robos con cuchillos a las siete y media de la mañana.
No son buenos tiempos para los empleados de las gasolineras; confiesan que van «con miedo» a trabajar. Un portavoz de la compañía Repsol admite que Vizcaya le está dando «muchos disgustos últimamente». «No ha habido una sucesión de tantos atracos en tan poco tiempo en otras comunidades, al menos que me conste», apunta. La empresa se ha reunido con los sindicatos para intentar buscar alguna solución.
«Somos víctimas»
«La seguridad es prioritaria» cuando se elige el punto donde se va a abrir un nuevo surtidor. Repsol asegura que «se adoptan todas las medidas posibles» para evitar este tipo de delitos, aunque parecen no ser suficientes. «Somos víctimas, a todos nos gustaría que no sucediese», afirman. El «único dato positivo», en su caso, es que no se han lamentado «daños personales».
En las últimas semanas se han registrado en Vizcaya casi una decena de atracos en estaciones de servicio. «Emplean siempre el mismo 'modus operandi'. Suele ir uno solo provisto de un arma blanca», explican. Los responsables de los surtidores han contactado con la Ertzaintza, cuerpo encargado de investigar estos casos, y les han reconocido que se encuentran «desbordados» por la acumulación de asaltos violentos, no sólo contra estos establecimientos, sino también en bares y tiendas. No obstante, se han comprometido a reforzar la vigilancia en torno a estos negocios.
«Podemos instalar alguna cámara, variar los horarios, cerrar un poco antes, pero se han producido asaltos a las cinco de la tarde». Algunos establecimientos, los más grandes, han optado por contratar vigilantes de seguridad o por cerrar la tienda por la noche y sólo mantener abierta una ventanilla para cobrar a los conductores que se sirvan gasolina.
«Aunque pongas un vigilante no vas a impedir que vengan tres a atracarte», advierten.
