12.000 familias jienenses con todos sus miembros excluidos del mercado laboral, 17.000 parados buscando trabajo infructuosamente durante más de un año, un millar de personas pidiendo limosna, colas interminables ante los comedores sociales... son 'las matemáticas' de una de la crisis más devastadoras que se recuerdan. La 'sociedad de la opulencia' se ha convertido en la 'sociedad de la carencia' en apenas año y medio, con todos los daños colaterales que una debacle de estas características tiene sobre los colectivos de población que, antes del cataclismo, ya lo pasaban canutas para llegar a final de mes. Y cuando la necesidad aprieta (y ahoga), pues pasa lo que pasa, que hay más de cuatro que se ven en la 'obligación' de buscarse el sustento por procedimientos ilícitos. La mejor constatación de ello es el incremento de un 30 por ciento en los hurtos de comida en supermercados y grandes superficies, tal y como han confirmado a este periódico fuentes de empresas de seguridad privada. «El número de intervenciones en el último año ha subido entre un 30 y un 40 por ciento», aseguran.
El 'caché' de los productos que se sustraen evidencia las penurias que está pasando más de un hogar. Y es que si hasta hace un par de años la mayor parte de los robos tenían como fin la reventa en el mercado negro, ahora también se intentan colar productos de primera necesidad para autoconsumo. De hecho, según las compañías antes citadas, este aumento del 30 por ciento responde a esta segunda tipología. Agustín de la Torre, responsable de Seguridad Privada de Comisiones Obreras en Andalucía, ha comentado que el aspecto de los que intentan llevarse algo es «el de un ciudadano normal y corriente, que no está fichado y que, eso sí, lleva bastante tiempo desempleado y que opta por jugársela con todos los riesgos que ello conlleva».
Momentos delicados
«Somos conscientes de que se trata de momentos muy delicados e intentamos que, dentro de lo desagradable que resulta este tipo de actuaciones, estos asuntos se lleven con la mayor discreción posible», apunta Agustín de la Torre, quien agrega que la forma de proceder en unos y otros casos va a depender de que los establecimientos dispongan de equipamientos como sistemas de viodeovigilancia o cintas de control para evitar los cacheos. Respecto a la respuesta de los que son sorprendidos 'con las manos en la masa', Agustín de la Torre explica que lo normal es que el susodicho reaccione con estupor y niegue la mayor. «Posteriormente, una vez demostrado todo, se le pregunta si quiere pagarlo o devolverlo», apostilla.
El perfil de los descuideros profesionales es bien distinto. El 75 por ciento son menores de 30 años, aunque destaca el grupo de edades comprendidas entre los 18 y los 25. Respecto al 'modus operandi', estos individuos birlan con mayor facilidad cuando hay mucha gente y cuando todos los dependientes se centran en atender al público. Estas circunstancias se suelen dar sobre todo los viernes por la tarde y los sábados por la mañana, los días en que se registran puntas de demanda. Otro dato curioso es que el 8 por ciento de los que se arriesgan a pasar algo también intentan abonar algún artículo y de esta forma levantar menos sospechas.
La previsión es que la situación no mejore precisamente a corto y medio plazo. A corto plazo porque viene la navidad y los tumultos, y a medio porque las expectativas más optimistas de mejora de la economía nos sitúan a finales de 2010 o principios de 2011. Así que estamos ante un problema presente y futuro. El Barómetro Europeo del Hurto, que elabora la consultora Checkpoint Systems, revela que el 1,24 por ciento de las ventas del comercio minorista 'se volatizan'.
Este fenómeno se conoce como 'pérdida desconocida', o lo que es lo mismo la diferencia entre el ingreso financiero (ventas e inventarios) y el realmente obtenido. En España la cifra asciende a 2.510 millones de euros anuales, mientras que la estimación para Jaén es de 41,9 millones de euros. De esta cantidad el 52 por ciento corresponde a escamoteos de los propios clientes (21,8 millones de euros), mientras que el 25 por ciento son los empleados los que tienen 'la mano larga' y el 7 por ciento los que sisan son directamente los proveedores. El 15 por ciento restante habría que imputarlo a fallos de orden interno. El expolio es, por tanto, de casi 42 millones de euros.